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La piel escamosa puede causar tirantez, picor y descamación visible.

Piel escamosa: qué es, causas y cómo combatirla

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La piel escamosa es un problema común que puede afectar cualquier parte del cuerpo, causando molestias como tirantez, picor y descamación visible. Aunque suele estar relacionada con la sequedad cutánea, también puede ser síntoma de afecciones como la psoriasis, la dermatitis o infecciones por hongos. Para tratar esta afección y aplicar el tratamiento adecuado, el primer paso es identificar la causa.

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Qué es la piel escamosa y por qué ocurre

La piel escamosa es una condición en la que las células muertas de la capa más externa de la piel se desprenden en forma de escamas visibles. Esta descamación puede afectar cualquier parte del cuerpo y suele ir acompañada de una textura áspera, picor, tirantez o incluso inflamación en casos más severos.

Aunque la sequedad es una de las principales razones detrás de este problema, existen múltiples factores que pueden desencadenarlo, desde enfermedades dermatológicas hasta condiciones ambientales adversas.

Los síntomas más comunes incluyen la aparición de pequeñas escamas blanquecinas o amarillentas, piel que se siente rugosa al tacto, enrojecimiento localizado y, en algunos casos, fisuras dolorosas. La falta de hidratación, el uso de productos agresivos, la exposición al frío o al viento y ciertas afecciones cutáneas como la psoriasis o la dermatitis pueden agravar la descamación.

Si la piel escamosa persiste por más de dos semanas sin mejoría, si aparecen heridas abiertas, sangrado o signos de infección, o si el enrojecimiento y el dolor son intensos, es necesario acudir a un dermatólogo. Un diagnóstico temprano permite identificar la causa exacta y aplicar el tratamiento adecuado antes de que el problema se agrave o derive en complicaciones mayores.

La piel escamosa suele presentar descamación, enrojecimiento y textura áspera.

Principales causas de la piel escamosa

Como hemos visto, la piel escamosa puede estar causada por distintos factores, que van desde la sequedad cutánea hasta enfermedades dermatológicas y hábitos poco saludables.

 En la mayoría de los casos, se trata de una pérdida de humedad y lípidos en la piel, lo que debilita su barrera natural y favorece la descamación. En este punto, factores como el clima seco o frío, el uso de jabones agresivos, los baños con agua caliente y el envejecimiento pueden contribuir a este problema.

La falta de hidratación interna también juega un papel importante, ya que una ingesta insuficiente de agua puede hacer que la piel pierda elasticidad y se vuelva más propensa a la sequedad.

Otra causa frecuente de piel escamosa tiene que ver con las enfermedades dermatológicas. La psoriasis, por ejemplo, es una afección autoinmune crónica que provoca la aparición de parches rojos cubiertos de escamas blancas. Suelen agravarse con el estrés, las infecciones y el frío. Para aliviar la sequedad y la irritación, se recomienda el uso de productos específicos como Silicium G7 Soriaskin Gel, una crema con Silicio Orgánico y Equinácea que ayuda a regenerar y proteger la piel sin dejar residuos grasos.

Otras afecciones, como la dermatitis atópica y la dermatitis seborreica, también pueden causar descamación, especialmente en el cuero cabelludo y zonas grasas del rostro.

Además, factores externos como la exposición excesiva al sol, la contaminación y el uso de exfoliantes agresivos pueden debilitar la piel y aumentar su tendencia a la descamación. Mantener una alimentación equilibrada, reducir el estrés y evitar el consumo de tabaco y alcohol son medidas clave para mejorar la salud de la piel y prevenir la descamación.

Cómo tratar la piel escamosa eficazmente

El tratamiento de la piel escamosa se basa en restaurar la barrera cutánea, mantener la hidratación y evitar irritantes que puedan empeorar la descamación. Para ello, es fundamental seguir una rutina de cuidado adecuada que combine hidratación intensiva, una higiene suave y el uso de remedios naturales que ayuden a calmar y regenerar la piel.

Hidratación adecuada

La hidratación es el paso más importante para tratar la piel escamosa, ya que ayuda a restaurar la barrera protectora y evitar la pérdida excesiva de agua. Los productos hidratantes deben contener ingredientes que retengan la humedad y refuercen la piel.

Entre los ingredientes recomendados destacan estos:

  • Urea: exfolia suavemente y ayuda a retener agua en la piel.
  • Ácido hialurónico: atrae y mantiene la hidratación, mejorando la elasticidad.
  • Ceramidas: refuerzan la barrera cutánea y evitan la evaporación del agua.
  • Glicerina: hidrata en profundidad y protege contra la sequedad.

Se recomienda aplicar la crema hidratante después de la ducha, cuando la piel aún está húmeda, para sellar la hidratación. Además, en casos de piel muy seca, se debe repetir la aplicación varias veces al día, especialmente en las zonas más afectadas.

Cuidados en la rutina de higiene

Una higiene inadecuada puede empeorar la piel escamosa, eliminando sus aceites naturales y aumentando la irritación. Hacer algunos cambios en la rutina diaria puede marcar una gran diferencia en la salud de la piel.

Para empezar, hay que evitar el agua muy caliente en duchas o baños, ya que elimina los lípidos naturales de la piel y agrava la sequedad. También es importante no usar jabones con sulfatos y fragancias, que pueden ser demasiado agresivos y provocar más irritación.

Entre las alternativas recomendadas están los limpiadores suaves con pH equilibrado, preferiblemente sin fragancias ni alcohol, y los baños cortos con agua tibia De hecho, es importante evitar la exposición prolongada al agua, ya que puede deshidratar la piel.

Remedios naturales y caseros

Algunos ingredientes naturales pueden complementar el tratamiento de la piel escamosa y ayudar a calmar la irritación y mejorar la hidratación.

  • Aceite de coco: actúa como un emoliente natural, reteniendo la humedad y aliviando la piel reseca. Puede aplicarse directamente en las zonas afectadas después del baño.
  • Aloe vera: tiene propiedades calmantes y regeneradoras, ideales para aliviar la irritación y favorecer la cicatrización de la piel descamada. Se recomienda utilizar el gel puro directamente sobre la piel limpia.
  • Mascarillas caseras: mezclas como miel y avena, o aceite de oliva con aguacate, pueden proporcionar una hidratación intensa y suavizar la textura de la piel. Aplicarlas una o dos veces por semana puede mejorar la apariencia de la piel escamosa.
Las enfermedades dermatológicas pueden causar piel escamosa persistente.

Consejos para prevenir la piel escamosa

Prevenir la piel escamosa es más sencillo que tratarla una vez que aparece. Mantener una rutina de cuidado constante y adoptar hábitos saludables puede marcar la diferencia en la hidratación y protección de la piel.

Para empezar, aplicar cremas ricas en emolientes diariamente ayuda a reforzar la barrera cutánea y evitar la pérdida de agua. Ingredientes como ceramidas, urea y ácido hialurónico son esenciales para retener la humedad y mantener la piel suave.

El ambiente también influye en la salud cutánea. El uso de humidificadores en espacios cerrados ayuda a contrarrestar la sequedad provocada por la calefacción y el aire acondicionado, evitando la evaporación excesiva de agua en la piel. Además, protegerse del sol es clave para prevenir la deshidratación cutánea y el daño celular. Aplicar protector solar con SPF 30 o superior, incluso en días nublados, reduce el impacto negativo de la radiación UV.

No hay que olvidar que la alimentación juega un papel fundamental. Consumir alimentos ricos en antioxidantes y ácidos grasos omega-3, como pescado, frutos secos y vegetales de hoja verde, fortalece la piel desde el interior. Evitar productos agresivos, como jabones con sulfatos o alcohol, ayuda a preservar sus aceites naturales. Finalmente, mantenerse bien hidratado bebiendo suficiente agua cada día contribuye a una piel más flexible y resistente a la descamación.

Piel escamosa: cuidarla es mucho más que hidratación

Cuidar la piel escamosa no es solo cuestión de aplicar cremas hidratantes cuando la sequedad se hace evidente. Es un proceso continuo que requiere atención, constancia y la capacidad de adaptarse a las necesidades cambiantes de la piel. La piel actúa como una barrera protectora frente al entorno, por lo que mantenerla sana va más allá de lo estético: es una cuestión de bienestar general.

La hidratación es fundamental, por supuesto, pero no la única solución. Como hemos visto, factores como la alimentación, el estrés y el descanso influyen en la regeneración celular y en la capacidad de la piel para retener humedad. A lo largo de los años, las necesidades cutáneas cambian, y con ellas, la forma en que debemos cuidarla. Consultar a un dermatólogo cuando la descamación persiste o se agrava es imprescindible para prevenir complicaciones. Invertir en el cuidado de la piel es invertir en salud y calidad de vida.

Tu piel te acompaña siempre, así que cuídala.

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