Aunque podemos sufrir una depresión o una ansiedad por separado, también ambas se pueden combinar y padecer al mismo tiempo. Algo que da lugar al trastorno ansioso depresivo, que supone todo un desafío mental único para los psicólogos. A continuación te explicamos cómo se desarrolla y cuáles son sus causas principales. Así como los síntomas que tiene y los tratamientos adecuados para combatirlo.
¿Cómo se comporta una persona con trastorno ansioso depresivo?
De forma común, el paciente que lo sufre experimenta tanto problemas que son habituales en una depresión como los típicos de la ansiedad. Se presentan a partes iguales, provocando un enorme dolor emocional e irritabilidad. También bajo estado de ánimo o tristeza y de autoestima e incluso sensación de culpabilidad, en general.
Así es como se comporta una persona diagnosticada de trastorno ansioso depresivo. Resulta curioso porque mezcla algunos sentimientos que son contradictorios, como el de la hiperactivación y la falta de energía. Eso sí, este cóctel aparece con menores dosis de cada síntoma, en comparación con la mayor intensidad que hay por separado.
Causas del síndrome ansioso depresivo
Son distintas y frecuentemente no sólo el síndrome ansioso depresivo surge por un único factor, ya que están implicados varios. A veces es difícil de detectar. En cualquier caso, los factores de riesgo más comunes son:
- Antecedentes familiares o de genética, si nuestros abuelos o padres ya han sufrido depresión, ansiedad o ambas.
- Experiencias traumáticas o estresantes como la muerte de un ser querido, la pérdida de un empleo u otro evento de gran carga emocional.
- Influencias ambientales. Por ejemplo, uno de nuestra época actual es el abuso de las redes sociales o de determinadas sustancias (estupefacientes, alcohol…)
- Cambios bioquímicos en el cerebro, que afectan irremediablemente a la regulación de nuestro estado anímico.
En ocasiones, el trastorno ansioso depresivo puede derivarse también de sufrir primero una de las dos situaciones sentimentales que lo constituyen.
Trastorno ansioso depresivo: síntomas
De manera más específica, repasamos todos los síntomas psicológicos que tiene el paciente:
- Angustia.
- Dificultad para la concentración.
- Tensión y nerviosismo.
- Preocupación o inquietud excesiva.
- Problemas para conciliar el sueño o para dormir y descansar.
- Pocas ganas de realizar actividades o tareas, así como pérdida de interés en esas que nos producen placer y satisfacción mental.
- Desesperanza a largo plazo con que la situación vaya a cambiar a mejor y, en los peores casos, incluso pensamientos suicidas.
Igualmente, podemos observar otros síntomas físicos:
- Dolores de cabeza y musculares, sobre todo en la zona del cuello y la espalda.
- Fatiga, consecuencia del mal descanso al irse a la cama.
- Dificultades gastrointestinales (diarrea, estreñimiento, indigestión…).
- Cambio en la libido o el deseo sexual.
- Pérdida de peso, como consecuencia del poco apetito que tiene la persona con el síndrome ansioso depresivo.
Cómo tratar el trastorno ansioso depresivo
Ahora que sabemos más sobre el trastorno ansioso depresivo, nos podemos hacer la pregunta clave: ¿cómo tratarlo para que desaparezca? En primer lugar, el diagnóstico debe ser certero y preciso, algo que rara vez es sencillo. Especialmente porque se detecta demasiado tarde, ya que la persona que lo padece no le da importancia a su estado. Es necesaria una evaluación cuidadosa para darle el tratamiento personalizado.
Ese que requiere paciencia y esfuerzo continuo por parte del paciente, ayudado por un psicólogo profesional. Este especialista recurre a la terapia cognitivo conductual, la más eficaz. Busca que la persona aprenda a regular sus niveles de ansiedad al exponerse a las diferentes situaciones que la desencadenan. El objetivo es que sepa cómo manejar sus emociones de la mejor manera posible.
Dicha labor implica identificar y abordar los pensamientos negativos o comportamientos que empeoran el síndrome ansioso depresivo. Al mismo tiempo, se establecen metas realistas y accesibles para él, que comprenden controlar el estrés, mejorar el autoestima y desarrollar habilidades adecuadas para afrontar momentos que supongan un desafío. En definitiva, la terapia intenta que se efectúe una reconfiguración cognitiva.
Apoyo, ejercicio y otras técnicas
Según cuál sea la historia del paciente, la gravedad del trastorno y su capacidad para adaptarse a las circunstancias, se recuperará antes o más tarde. En cualquier caso, es fundamental el apoyo social, tanto de amigos como de familiares. También seguir rutinas saludables como el ejercicio físico de forma regular y retomar actividades placenteras.
A través de técnicas de relajación y respiración, conseguimos que la persona en tratamiento pueda mejorar los síntomas. E igualmente ayuda la llamada psicoeducación: explicarle lo que le ocurre para que entienda qué le pasa. Por último, puede tomar algunos suplementos útiles para el bienestar mental, como el G7 Neuro Health. Una fórmula exclusiva con biotina y silicio orgánico.
En resumen, el trastorno ansioso depresivo es ciertamente complejo, pero la detección precoz es esencial. Si empieza a tratarse cuando no está muy desarrollado, es mucho mejor para que no empeore. Con los métodos idóneos, el paciente puede salir de la situación.
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